miércoles

El Duende Del Esparto

Aunque este es uno de los expedientes X del territorio español más conocido, merece la pena ser vuelto a tener en cuenta por ser el primero registrado en la historia de los fenómenos paranormales de España.
Fue registrado a mitad de la segunda década del pasado siglo XX, en la ciudad de Valencia.

En el mes de mayo de 1915, los vecinos que vivían en el entresuelo del número 7 de la Plaza del Esparto de Valencia, la familia Colmenero, un militar retirado y sus dos hijas, llevaban sin dormir dos noches consecutivas debido a los ruidos nocturnos que se producían en el edificio, aunque los ruidos en cuestión no se limitaban solamente a las noche: también se producían por las mañanas y a últimas horas de la tarde.
Creyendo que los causantes de los mismos eran los inquilinos del principal, tomaron el camino de quejarse a los mismos. La sorpresa fue mayúscula cuando éstos aseveraron que no eran ellos los responsables, declarando además que también eran molestados por extraños ruidos, aunque más atenuados. Y efectivamente así ocurría en el segundo y en la planta baja, amén de los edificios colindantes.
Los ruidos, que parecían no tener punto fijo de procedencia, entraron en el radio del misterio, y para algunos, en el orden sobrenatural, haciendo que los vecinos comenzaran a atemorizarse.

Fachada de la casa misteriosa de la calle del Esparto nº 7


En la primera semana del mes de Junio la situación tomó tintes de alarma haciéndose insostenible, por lo que las autoridades (Jueces, policías, arquitectos, y hasta el gobernador civil, Montilla y el juez municipal García Mustieles), prescindiendo de mitos y atentos al mundo físico, practicaron, un espectacular despliegue. Se acordonó la zona y se hicieron inspecciones oculares, interrogatorios y registros por todo el inmueble al frente de unos cuarenta agentes de policía.
Sin embargo las investigaciones no dieron ningún tipo de resultado, y los funcionarios gubernativos intentaron cerrar el caso con la siguiente explicación:

“A las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes llamadas vulgarmente, maestras”.
El Gobernador Civil también explicó a la prensa:
“He aquí la causa: dos camas, un armario que antes no lo era en una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos. Los produce seguramente”.

Pero los fenómenos se siguieron produciendo. Los estruendos surgían del hogar de los Colmeneros y posteriormente, se desplazaban a las paredes de la escalera y continuaban por las vigas del edificio y expandiéndose a otros inmuebles, creando en los inquilinos cada vez más desconcierto y temor.
Como consecuencia se tomaron las correspondientes medidas preventivas que no condujeron más que a dar publicidad al caso, exaltando una intensa curiosidad.
Debido a ello la gente, enterada por la prensa, acudía en romería a la guarida de lo que ya se denominada “El Duende del Esparto”, con el intenso deseo de verle y de hablar con él.
La muchedumbre se agolpaba en la plazoleta y en las calles adyacentes de Quartm Alta y travesía de San Miguel, produciéndose a veces verdaderas batallas campales con cargas policiales incluidas, en las que resultaban heridos tanto espectadores como policías. Los incidentes se estaban convirtiendo en la vergüenza de la ciudad y de las portadas de los rotativos, en las que se dictaminaba que los espíritus maléficos eran los responsables de todos estos desagradables episodios.

Interior de la casa misteriosa. La "x" señala el lugar del que proceden los ruídos.

Indiferente a la expectación que estaba produciendo, el duende doméstico, más travieso cada vez, daba golpes que parecían acompañar la tonadilla lanzada por los curiosos “¡Que se vaya!”, acabando con un enérgico repique para volver a empezar a los pocos segundos.
Indudablemente los ruidos existían. Unas veces parecían puñetazos que hacían vibrar las paredes y otras resultaban como el golpear constante de cascos de caballos sobre el firme de la cuadra, produciendo varias trepidaciones en los edificios.
Las explicaciones que la gente daba a estos hechos iban en distintas direcciones, desde una provocación para que se marchasen los inquilinos, hasta un secuestro o el repiqueteo de una falsa fábrica de monedas. Otras de las versiones era la de que se trataba de un alma del purgatorio que necesitaba misas, o el supuesto maleficio de seres intermedios entre el espíritu y el hombre, es decir, duendes.
Pero “El Duende del Esparto” en cuestión, no hacía daño ni a niños ni a doncellas, ni pretendía hacer daño, sino que simplemente se dedicaba a tocar el bombo en la pared.
La parte humana de la opinión pública por lo general, apuntaba a que era obra de un chusco, un neurasténico o un malvado. No obstante, la gente seguía acudiendo con avidez, porque resultaba un espectáculo gratuito y fecundo en incidentes cómicos, independientemente de que también había sustos en los enfrentamientos con las fuerzas públicas.

La policia haciendo circular al público que se estaciona en el nº 7 de la calle del Esparto

No sin sorpresa se comprobó que, tanto en la catedral como en las iglesias cercanas, aumentaban diariamente el número de feligreses en las misas de cada día. Incluso se llegaron a realizar ceremonias religiosas, encargadas por las beatas, con el fin de cumplir la voluntad del supuesto difunto a quien algunos atribuían las extrañas manifestaciones, pues no faltaba quien suponía que todo aquello era una señal de las ánimas del Purgatorio.
La presión social iba en aumento de tal modo, que el Ayuntamiento volvió a realizar registros en las calles adyacentes al lugar en donde se producían los ruidos.
El 8 de julio de 1915 se cortó el acceso peatonal y los tabiques del inmueble número siete de la calle del Esparto y las casas lindantes del barrio del Carmen fueron minuciosamente escrutadas. Se colocaron micrófonos para intentar verificar en qué punto concreto empezaban los ruidos. El ingeniero de la comisión revisó concienzudamente el alcantarillado y los pozos, desde la calle de Salinas hasta la de Caballeros, además de la calle Alta, sin encontrar ninguna pista. Todo fue inútil.
No se encontró nada que pudiera relacionarse con el origen de los raps que desde el 8 de junio se venían produciendo, provocando un gran desconcierto.

Y de repente, el 13 de julio de 1915, el fenómeno que tan en vilo había traído a toda Valencia y gran parte de España, desaparecía tan misteriosamente como había aparecido.

Al día de hoy sigue sin conocerse qué o quiénes fueron los causantes del poltergeits de la casa número siete de la plaza del Esparto.

Fuentes de Datos:
*Hemeroteca Virtual Prensa Histórica :
(El Heraldo de Madrid – Mayo 1915, La Correspondencia Militar, 8 de Julio de 1915 – Mundo Gráfico, Julio 1915)
*La casa de tócame Roque – Casas Encantadas – Francisco Contreras Gil

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